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El mundo está más tranquilo ahora. Nunca está tranquilo, pero puede volverse más tranquilo. Qué extrañas criaturas somos, para encontrar pacífico el silencio, cuando el silencio permanente es lo que más tememos. La noche no es eso. La noche aún cruje, aún cruje y susurra y tiembla en su garganta. No es la oscuridad lo que tememos, sino nuestra propia impotencia en ella. Qué misericordia que se nos hayan concedido los otros sentidos.