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A Jason le picaban los dedos por desenvainar la espada. Había conocido a un montón de semidioses aterradores, pero empezaba a darse cuenta de que Nico di Angelo -tan pálido y demacrado como parecía- podría ser más de lo que podía manejar.
A Jason le picaban los dedos por desenvainar la espada. Había conocido a un montón de semidioses aterradores, pero empezaba a darse cuenta de que Nico di Angelo -tan pálido y demacrado como parecía- podría ser más de lo que podía manejar.