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Cuando estoy enojado puedo escribir, orar y predicar bien, porque entonces todo mi temperamento se acelera, mi entendimiento se agudiza, y todas las vejaciones y tentaciones mundanas desaparecen.
Cuando estoy enojado puedo escribir, orar y predicar bien, porque entonces todo mi temperamento se acelera, mi entendimiento se agudiza, y todas las vejaciones y tentaciones mundanas desaparecen.