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Cuando la memoria escuece como una herida reabierta, el pasado de un hombre no es simplemente una historia muerta, una preparación anticuada del presente: no es un error arrepentido que se ha desprendido de la vida: es una parte aún temblorosa de sí mismo, que trae escalofríos y sabores amargos y el cosquilleo de una vergüenza merecida.