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El hombre sabio en la tormenta reza a Dios no para que le proteja del peligro, sino para que le libere del miedo. Es la tormenta interior la que le pone en peligro[,] no la tormenta exterior.
El hombre sabio en la tormenta reza a Dios no para que le proteja del peligro, sino para que le libere del miedo. Es la tormenta interior la que le pone en peligro[,] no la tormenta exterior.