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Las Navidades nos recuerdan que una demostración de religión siempre es mucho mejor que una definición de la misma... sobre todo delante de los niños.
Quizá los mejores adornos navideños sean los que están envueltos en sonrisas y abrazos.
El milagro de la Navidad es que un bebé pueda ser tan decisivo.
A veces es bueno ser niños, y nunca mejor que en Navidad, cuando su poderoso fundador fue él mismo un niño.