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  • Si hubiera que definir un don esencial con el que debe estar dotado un bailarín, las respuestas se multiplicarían. Un cuerpo hermoso, la gracia de la línea, la gracia del espíritu, la alegría en el trabajo, la capacidad de complacer, la integridad inquebrantable, la ambición incesante hacia una perfección abstracta. Sin duda, todos estos factores determinan el carácter de un bailarín, y cada elemento existe en alguna combinación dentro de la presencia del artista intérprete o ejecutante.