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Y nada podemos llamar nuestro sino la muerte
Y esa pequeña maqueta de la tierra estéril
Que sirve de pasta y cobertura a nuestros huesos.
Por Dios, sentémonos en el suelo
Y contemos tristes historias de la muerte de los reyes.
Y nada podemos llamar nuestro sino la muerte
Y esa pequeña maqueta de la tierra estéril
Que sirve de pasta y cobertura a nuestros huesos.
Por Dios, sentémonos en el suelo
Y contemos tristes historias de la muerte de los reyes.