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  • A mucha gente le parece una tontería, incluso una superstición, creer que el mundo aún puede cambiar a mejor. Y es cierto que en invierno hace a veces un frío tan penetrante que uno se siente tentado a decir: "Qué me importa que haya un verano; su calor no me sirve de nada ahora". Sí, a menudo el mal parece superar al bien. Pero entonces, a pesar nuestro, y sin nuestro permiso, llega por fin el fin de las amargas heladas. Una mañana el viento cambia, y hay un deshielo. Y por eso debo seguir teniendo esperanza.