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Sólo en la verdad resplandece la caridad, sólo en la verdad puede vivirse auténticamente la caridad. La verdad es la luz que da sentido y valor a la caridad. Esa luz es a la vez la luz de la razón y la luz de la fe, a través de la cual la inteligencia alcanza la verdad natural y sobrenatural de la caridad: capta su sentido como don, acogida y comunión. Sin la verdad, la caridad degenera en sentimentalismo. El amor se convierte en una cáscara vacía, que se llena arbitrariamente.