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Nuestro alfabeto musical es pobre e ilógico. La música, que debería latir con vida, necesita nuevos medios de expresión, y sólo la ciencia puede infundirle vigor juvenil. ¿Por qué, futuristas italianos, habéis reproducido servilmente sólo lo que es corriente y aburrido en el bullicio de nuestra vida cotidiana? Sueño con instrumentos obedientes a mi pensamiento y que, con su aportación de todo un mundo nuevo de sonidos insospechados, se presten a las exigencias de mi ritmo interior.