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Cristo te manda que tomes su cruz y le sigas, no para humillarte o imponerte alguna penitencia, sino para que abandones la baja voluntad propia y el débil orgullo de tu pecado, y asciendas a la sublime paciencia de la caridad celestial.
Cristo te manda que tomes su cruz y le sigas, no para humillarte o imponerte alguna penitencia, sino para que abandones la baja voluntad propia y el débil orgullo de tu pecado, y asciendas a la sublime paciencia de la caridad celestial.