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Todo buen ciudadano hace suyo el honor de su país y lo aprecia no sólo como algo precioso, sino como algo sagrado. Está dispuesto a arriesgar su vida en su defensa y es consciente de que gana protección mientras la da.
Todo buen ciudadano hace suyo el honor de su país y lo aprecia no sólo como algo precioso, sino como algo sagrado. Está dispuesto a arriesgar su vida en su defensa y es consciente de que gana protección mientras la da.