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En este pobre cuerpo, compuesto de cien huesos y nueve aberturas, hay algo que se llama espíritu, una endeble cortina barrida de un lado a otro por la más leve brisa. Es el espíritu, tal como es, lo que me condujo a la poesía, al principio poco más que un pasatiempo, luego el negocio completo de mi vida. Ha habido momentos en que mi espíritu, tan abatido, casi abandonó la búsqueda, otras veces en que se mostró orgulloso, triunfante. Así ha sido desde el principio, sin encontrar nunca la paz consigo mismo, dudando siempre de la valía de lo que hace.