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Todas las grandes doctrinas políticas son ricas en problemas difíciles, problemas que están muy por encima del alcance del ciudadano medio. Y no es extraño, ya que también están por encima del alcance de las mentes más brillantes del país; después de todo el alboroto y toda la palabrería, ni una sola de esas doctrinas ha demostrado de forma concluyente ser la correcta y la mejor.