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  • La religión no es una cuestión de Dios, iglesia, causa santa, etc. Estos no son más que accesorios. La fuente de la preocupación religiosa está en el yo, o más bien en el rechazo del yo. La dedicación es el anverso del rechazo de sí mismo. Sólo el hombre es un animal religioso porque, como señala Montaigne, odiarnos y despreciarnos a nosotros mismos es una enfermedad exclusiva del hombre, que no se observa en ninguna otra criatura.

    Eric Hoffer (1996). "El estado pasional de la mente"