De todas las animosidades que han existido entre la humanidad, las causadas por una diferencia de sentimientos en religión parecen ser las más inveteradas y angustiosas, y deberían ser deploradas. Yo tenía la esperanza de que la política ilustrada y liberal que ha marcado la época actual habría reconciliado al menos a los cristianos de todas las confesiones hasta el punto de que nunca más veríamos las disputas religiosas llevadas a tal extremo que pusieran en peligro la paz de la sociedad.