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El inconveniente, por supuesto, es que con el tiempo las religiones se enquistan con preceptos e ideas que son la antítesis del alma, ya que cada fe intenta proteger sus doctrinas e institución en lugar de alimentar la evolución de la conciencia. Si uno no tiene cuidado de distinguir las ideas genuinas de una religión de sus añadidos irrelevantes, puede ir por la vida siguiendo una brújula moral inadecuada.