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Es la más humana y amable de las estaciones, tan plenamente penetrada e irradiada del sentimiento de fraternidad humana, que es el espíritu esencial del cristianismo, como el mes de junio con el sol y el soplo balsámico de las rosas.
Es la más humana y amable de las estaciones, tan plenamente penetrada e irradiada del sentimiento de fraternidad humana, que es el espíritu esencial del cristianismo, como el mes de junio con el sol y el soplo balsámico de las rosas.