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He disfrutado mucho del segundo florecimiento que se produce cuando terminas la vida de las emociones y de las relaciones personales; y de repente descubres -a los cincuenta años, digamos- que se ha abierto ante ti una vida completamente nueva, llena de cosas en las que puedes pensar, estudiar o leer... Es como si surgiera en ti una savia fresca de ideas y pensamientos.