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  • Hay que santificar todo lo que se hace en la vida natural. Se come en santidad, se saborea la comida en santidad, y la mesa se convierte en un altar. Uno trabaja en santidad, y levanta las chispas que se esconden en todas las herramientas. Uno camina en santidad por los campos, y los suaves cantos de todas las hierbas, que expresan a Dios, entran en el canto de nuestra alma.