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La verdadera crisis del culto hoy en día no es que la predicación sea mísera o que haya demasiadas corrientes de aire en la iglesia. Es que la gente no tiene sentido de la presencia de Dios, y si no tienen sentido de Su presencia, ¿cómo pueden ser movidos a expresar los sentimientos más profundos de sus almas para honrar, reverenciar, adorar y glorificar a Dios?