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Es fácil suponer que pocas personas se dan cuenta en esa ocasión, que nos llega a todos, cuando miramos el cielo azul por primera vez, es decir: no meramente verlo, sino mirarlo y experimentarlo y por primera vez tener la sensación de que vivimos en el centro de una poesía física, una geografía que sería intolerable de no ser por la no-geografía que allí existe - pocas personas se dan cuenta de que están mirando el mundo de sus propios pensamientos y el mundo de sus propios sentimientos.