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Para muchos, la creencia regresiva en supersticiones y milagros es una vía de escape a las dificultades de la vida. Una vez atrapados en el irracionalismo, se vuelven más incapaces de dominar la realidad. Es un círculo vicioso, como una adicción. Se vuelven vulnerables a la explotación de astrólogos, hombres-dios, pseudopsicólogos dudosos, políticos corruptos y toda la megaindustria del irracionalismo.