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Pero el hecho de que Cristo, como esposo, produzca fruto a través de mí, como esposa, mediante la acción del Espíritu Santo que mora en mí por la fe, abre el camino para que yo, como cristiana, comience a conocer en la vida presente la realidad de lo sobrenatural. Aquí es donde el cristiano debe vivir. La doctrina es importante, pero no es un fin en sí misma. Tiene que haber una realidad experiencial, momento a momento.