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  • Cuando los amigos se enfrían, y la conversación de los íntimos languidece en insípida urbanidad y lugares comunes, éstos sólo mantienen el semblante inalterado de días más felices, y nos animan con esa verdadera amistad que nunca engañó a la esperanza, ni abandonó a la tristeza.

    Washington Irving (1840). “The Works of Washington Irving”, p.192