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  • Es bastante fácil despertar en un oyente el deseo de lo que es honorable; porque en cada uno de nosotros la naturaleza ha puesto los cimientos o ha sembrado las semillas de las virtudes. Todos nacemos con ellas, todos, y cuando llega una persona con el estímulo necesario, entonces esas cualidades de la personalidad se despiertan, por así decirlo, de su letargo.