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Tras la victoria de la revolución china en todo el país y la solución del problema de la tierra, seguirán existiendo en China dos contradicciones básicas. La primera es interna, es decir, la contradicción entre la clase obrera y la burguesía. La segunda es externa, es decir, la contradicción entre China y los países imperialistas. Por consiguiente, tras la victoria de la revolución democrática popular, el poder estatal de la república popular bajo la dirección de la clase obrera no debe debilitarse, sino reforzarse.