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Las cartas de rechazo o los formularios, aunque estén redactados con mucho tacto, son laceraciones del alma, por no decir inventos del diablo, pero no hay forma de evitarlos.
Las cartas de rechazo o los formularios, aunque estén redactados con mucho tacto, son laceraciones del alma, por no decir inventos del diablo, pero no hay forma de evitarlos.