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A través de los mechones de prímulas, en esa verde enramada,
La vincapervinca arrastra su corona;
Y tengo fe en que cada flor
Disfruta del aire que respira.
Los pájaros a mi alrededor saltaban y jugaban,
Sus pensamientos no puedo medir;
Pero el menor movimiento que hacían,
Parecía un estremecimiento de placer.
Las ramitas en ciernes extendían su abanico,
Para atrapar el aire de la brisa;
Y debo pensar, hacer todo lo que pueda
Que había placer allí.
Si esta creencia es enviada desde el cielo,
Si tal es el plan sagrado de la Naturaleza,
¿No tengo razón para lamentar
Lo que el hombre ha hecho del hombre?