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Cada vez que rezamos se altera nuestro horizonte, se altera nuestra actitud ante las cosas, no a veces sino siempre, y lo sorprendente es que no rezamos más.
Cada vez que rezamos se altera nuestro horizonte, se altera nuestra actitud ante las cosas, no a veces sino siempre, y lo sorprendente es que no rezamos más.