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Señor de la primavera, Padre de la flor, del campo y del fruto, sonríenos en estos días serios, cuando el trabajo es pesado y la fatiga fatigosa; eleva nuestros corazones, oh Dios, hacia las cosas que valen la pena: el sol y la noche, la lluvia que gotea, el canto de los pájaros, los libros y la música, y las voces de nuestros amigos. Eleva nuestros corazones a estas cosas esta noche y concédenos Tu paz. Amén.