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Si Dios existe, es infinitamente incomprensible, ya que, al no tener partes ni límites, no tiene afinidad con nosotros. Entonces somos incapaces de saber qué es o si es. [Así que] hay que apostar. Sopesemos la ganancia y la pérdida de apostar que Dios es. Calculemos estas dos posibilidades. Si ganas, lo ganas todo; si pierdes, no pierdes nada. Apuesta entonces sin dudar que Él es.