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La Biblia en sí misma no es la Palabra de Dios. La Palabra de Dios es una persona. La Biblia tampoco tiene vida, poder o luz en sí misma, como tampoco los tenía el Torach judío. Estos atributos sólo pueden atribuirse a la Biblia en virtud de su relación con Aquel que es Palabra, Vida, Poder y Luz. La vida no está en el libro, como suponían los fariseos, sino sólo en el Hombre del libro .