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Fíjate en lo efímero e insignificante que es el estado del hombre: ayer embrión, mañana momia o cenizas. Por eso, durante el breve tiempo que te ha sido asignado, vive racionalmente y despídete de la vida alegremente, como deja caer la aceituna madura, ensalzando la estación que la produjo y el árbol que la maduró.