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En Jesús, Dios quiere ser Dios verdadero no sólo en lo alto, sino también en lo profundo: en la profundidad de la criatura humana, del pecado y de la mortalidad.
En Jesús, Dios quiere ser Dios verdadero no sólo en lo alto, sino también en lo profundo: en la profundidad de la criatura humana, del pecado y de la mortalidad.