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Aunque de boquilla defendemos la noción de libertad, sabemos que el gobierno ya no es el servidor del pueblo, sino que por fin se ha convertido en el amo del pueblo. Nos hemos quedado quietos como ovejas tímidas mientras el lobo mataba, primero a los débiles, luego a los descarriados, después a los que estaban en los bordes del rebaño, hasta que por fin todo el rebaño pasó a manos del lobo.