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Eliminar la guerra de una vida espiritual es hacerla poco espiritual. La vida en el espíritu es un camino de sufrimiento, lleno de vigilancia y trabajo, agobiado por el cansancio y la prueba, salpicado de angustia y conflicto. Es una vida totalmente entregada al reino de Dios y vivida sin tener en cuenta la felicidad personal.