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La resistencia no violenta implica todo lo contrario de debilidad. El desafío combinado con la aceptación sin represalias de la represión de los oponentes es activo, no pasivo. Requiere fuerza, y no hay nada automático o intuitivo en la determinación necesaria para utilizar métodos no violentos en la lucha política y la búsqueda de la Verdad.