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El mal existe en el mundo. Un movimiento no violento no habría podido detener a los ejércitos de Hitler. Las negociaciones no pueden convencer a los líderes de Al Qaeda de que depongan las armas. Decir que la fuerza a veces puede ser necesaria no es una llamada al cinismo, sino un reconocimiento de la historia, de las imperfecciones del hombre y de los límites de la razón.