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  • Dios da forma al mundo mediante la oración. Las oraciones no tienen muerte. Los labios que las pronunciaron pueden estar cerrados a la muerte, el corazón que las sintió puede haber dejado de latir, pero las oraciones viven ante Dios, y el corazón de Dios está puesto en ellas y las oraciones sobreviven a la vida de quienes las pronunciaron; sobreviven a una generación, sobreviven a una época, sobreviven a un mundo.

    Edward McKendree Bounds (1920). “Purpose in Prayer”, p.3, CCEL