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¿Alguno de ustedes, padres, ha oído alguna vez a su hijo despertarse del sueño con algún miedo pánico y gritar el nombre de la madre a través de la oscuridad? ¿No era eso una súplica más poderosa que todas las palabras? Y, créanlo, el alma que clama en voz alta a Dios, "el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo", aunque no tenga "más lenguaje que un grito", nunca clamará en vano.