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La oración presupone la soberanía de Dios. Si Dios no es soberano, no tenemos la seguridad de que pueda responder a nuestras oraciones. Nuestras oraciones se convertirían en meros deseos. Pero mientras que la soberanía de Dios, junto con su sabiduría y su amor, es el fundamento de nuestra confianza en Él, la oración es la expresión de esa confianza.