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  • Cuando Cristo dijo: Tuve hambre y me disteis de comer, no se refería sólo al hambre de pan y de comida; se refería también al hambre de ser amado. Jesús mismo experimentó esta soledad. Vino entre los suyos y los suyos no le recibieron, y eso le dolió entonces y le ha seguido doliendo. La misma hambre, la misma soledad, el mismo no tener a nadie por quien ser aceptado, amado y querido. Todo ser humano en ese caso se parece a Cristo en su soledad; y esa es la parte más dura, esa es el hambre real.

    Teresa (Madre), Roger (hermano) (1986). "Meditaciones sobre el Vía Crucis", Burns & Oates