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""Querida muchacha -continuó Bob avanzando con una sonrisa imbécil en el semblante, que sin duda imaginó que era una sonrisa seductora-, ¡vuela conmigo! ¡Sé mía! ¡Comparte conmigo la vida salvaje y libre de un abogado! Di que correspondes al amor que consume mi corazón... ¡oh, dilo!". Aquí Bob puso la mano sobre un agujero de su chaleco y adoptó una actitud dramática.