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El cielo era del azul más intenso, con algunas nubes blancas y esponjosas que lo cruzaban perezosamente, y el aire se llenaba del zumbido grave de los insectos o de una repentina nota más aguda cuando una abeja o una mosca azul pasaban disparadas con su zumbido tembloroso y prolongado, como un diapasón de insecto.