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Si llenas tu cerebro con Boston y New York, con moda y codicia, y estimulas tus sentidos hastiados con vino y café francés, no encontrarás el resplandor de la sabiduría en el solitario desperdicio de los pinares.
Si llenas tu cerebro con Boston y New York, con moda y codicia, y estimulas tus sentidos hastiados con vino y café francés, no encontrarás el resplandor de la sabiduría en el solitario desperdicio de los pinares.