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  • Su madre tachaba a esa gente de ignorante y supersticiosa, pero su padre se limitaba a sacudir lentamente la cabeza, dar caladas a su pipa y decir que a veces las viejas historias tenían una pizca de verdad y que era mejor no arriesgarse. Por eso, decía, se persignaba cada vez que un gato negro se cruzaba en su camino.