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Hay otra forma más sutil de perder la inocencia de la infancia: cuando el niño se contagia del deseo de convertirse en alguien. Contemplad la multitud de personas que se esfuerzan con todas sus fuerzas por llegar a ser, no lo que la Naturaleza quiso que fueran -músicos, cocineros, mecánicos, carpinteros, jardineros, inventores-, sino "alguien": llegar a tener éxito, ser famosos, poderosos; llegar a ser algo que no traiga tranquilidad y realización personal, sino autoglorificación y autoexpansión...