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A quien desespera de todo, la razón no puede proporcionarle una fe, sino sólo la pasión, y en este caso debe ser la misma pasión que estaba en la raíz de la desesperación, es decir, la humillación y el odio.
A quien desespera de todo, la razón no puede proporcionarle una fe, sino sólo la pasión, y en este caso debe ser la misma pasión que estaba en la raíz de la desesperación, es decir, la humillación y el odio.